Friday, March 12, 2010

MJD Día #8

Hizo el mejor tiempo de la semana hoy. Pintamos a una casa por la mañana, y se quemaron mis hombros más (aunque ya estaban quemados). Los jejenes me picaron muchísimo, y también las plantas me molestaron. Tengo muchos picotones y cortes y moretones en mis brazos y piernas, pero a mí no me importa, porque me divertí tanto.


Por la tarde, almorzamos e hicimos actividades con los niños del pueblo. Hicimos perritos y espadas y manzanas con las bajigas (es el nombre que se usa para globos aquí) y jugamos mucho. Diría que había más que treinta niños allí.


Después, regresamos por el río y fuimos a la misa cerca de la clínica en Veraguas. El Padre Joaquím y otro sacerdote la dieron, y después nos invitaron a introducirnos y hablar delante de todo la gente. Hablamos de nuestra experiencia aquí, y cuando yo terminé añadí que no quiero salir. Varias personas me gritaron que no me salga, y una mujer levantó para decírmelo. Yo les respondí “¿Puedo quedarme en su casa?” y todos me gritaron que “¡Sí!” Después de la misa una mitad de la gente se acercó, nos abrazaron, nos bendijeron, y una docena de personas me dijeron otra vez, “puedes quedarte en mi casa”, “¡Quédate!” y “ven conmigo para ver mi casa en que puedes quedarte”. Me hicieron sentir buenísima y no puedo creer la abundancia de generosidad que hay aquí.


Regresamos al hotel y nos duchamos por tanto sudor y lodo que nos habían cubierto. Cenamos una cena de felicidad y celebración, con pescado, lasaña, verduras, mangú, crema de piña, y cocol, un jugo fresco de varias frutas. Todas las personas que pertenecen a la misión, tantos los dominicanos como los americanos, cenamos juntos y nos dimos gracias unos a otros. Después el Padre Joaquím nos sorprendió con helados y reflexionamos. Fue un buen día final para una semana amenazante.


Mangú con huevos (¡Ew!)


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